lunes, 7 de noviembre de 2011

Invierno
Esas mañanas que te levantas perezósamente de la cama, te acercas a duras penas a la ventana y levantas la persiana. En ese momento el sol inunda tu cara, la felicidad te invade, una felicidad temporal, que sólo dura el tiempo qué el sol sigue imponiéndose en lo alto del cielo, pero aún así sigue siendo felicidad. En ese preciso instante todo tu cuerpo, como si de magia se tratase, revive, se llena de energía. Sales a la calle dispuesta a comerte el mundo, con tu ropa de verano, la que tanto llevabas esperando ponerte. Y cuando pones el primer pie en la calle, te das cuenta de que te has equivocado, pero el tiempo corre y no te da tiempo a volver en tus pasos y coger tu abrigo. En esos momentos tu más ansiado tesoro. Es así, así es el invierno, una estación en la que no puedes dejarte engañar por las apariencias.

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